sábado, 5 de febrero de 2011

El Imperio Bizantino

El Imperio bizantino 


                                                                       


Constantinopla era la ciudad que gobernaba las provincias romanas del Mediterráneo oriental, aunque el Imperio se había transformado de tal manera que los historiadores modernos lo han llamado bizantino en lugar de romano.

Todos los elementos básicos del Imperio bizantino estuvieron presentes en la época del gran emperador del siglo VI, Justiniano I. La tendencia del Imperio, presente durante toda la historia de Roma, a convertirse en una autocracia militar quedó eliminada definitivamente durante su reinado. El gobierno se convirtió por entero en un cuerpo profesional y civil, centrado en el palacio imperial y, lo más importante, en el emperador mismo. La ley romana se codificó de forma sistemática. La economía y la recaudación de impuestos se centralizaron. La política religiosa de Justiniano también contribuyó a la centralización. En una época de intensos conflictos religiosos y revisión de la doctrina, el Imperio bizantino se convirtió en el Imperio ortodoxo y la religión del emperador en la religión oficial del Estado.
En los primeros años de su reinado, Justiniano se embarcó en un intento de reconquistar el Occidente arriano. El reino vándalo de África cayó rápidamente, al igual que el itálico de los lombardos y la zona oriental del reino de los visigodos en la península Ibérica. No obstante, debido a la presión continua de los Sasánidas de Persia, el Imperio perdió su poder militar en la península Ibérica, que resurgió como un reino visigodo con una cultura y una organización política particulares. En Italia, las fuerzas imperiales se retiraron a Sicilia y a su plaza fuerte del Adriático, Ravena, y dejaron el resto de la península a los lombardos. Los Balcanes fueron completamente devastados por los ávaros y los pueblos eslavos.
En efecto, las conquistas occidentales de Justiniano dieron a la Europa medieval su estructura cultural característica. Los territorios europeos mediterráneos se separaron del norte, económica y culturalmente subdesarrollado. En realidad eran parte de Oriente Próximo, una evolución que se consumó en el siglo VII, cuando el norte de África y el suroeste de Europa (la península Ibérica y partes del sureste de Francia) cayeron ante los ejércitos musulmanes.

                                    

 

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