Al mismo tiempo, los pueblos se empezaron a identificar a sí mismos como miembros de grupos y comunidades con intereses distintos a los de sus vecinos. Los hechos políticos del periodo tuvieron una relación íntima con estas nuevas identidades.
Uno de los hechos más importantes fue el rápido ascenso hegemónico de los normandos. Descendientes de los vikingos que se establecieron en el norte de Francia durante los siglos IX y X y convertidos en feudatarios del rey de Francia, los normandos entraron en escena en la historia europea en 1066, año en que tuvo lugar la batalla de Hastings, mediante la que conquistaron Inglaterra bajo el mando de Guillermo I el Conquistador, quien aseguró su conquista con un programa de reasentamientos intensivos; los normandos, cuya lengua era la misma de los francos, se convirtieron en la clase dirigente de Inglaterra, unida a Guillermo por la concesión de tierras y las obligaciones feudales. Esta feudalización política sistemática y la imposición de otras instituciones normandas llevaron a Inglaterra a la principal corriente del desarrollo político y social del continente. El hecho de que el duque de Normandía (un feudo dependiente del rey de Francia) fuera también rey de Inglaterra, convirtiéndose así en un personaje de igual posición y más poder, ilustra la creciente complejidad del mundo europeo. El conflicto político, y con él la idea del Estado como institución autónoma, fue inevitable.
En los territorios germánicos e italianos del Sacro Imperio Romano Germánico, la nueva actividad del Papado como un órgano de gobierno real entró en conflicto con el poder del emperador en una maraña de sucesos conocidos colectivamente como la querella de las investiduras. Durante el primer periodo del Imperio no se había hecho una separación estricta en teoría o en la práctica entre los campos eclesiástico y político. Desde el momento de la alianza histórica de los carolingios con el papa, el emperador ya no se consideró únicamente una figura secular. De la misma manera, los obispos eran poderes seculares por derecho propio, consejeros o siervos feudales de reyes y emperadores. No se cuestionaba que el poder secular debía tener parte en la elección de obispos y tener una presencia activa en la coronación o investidura episcopal. Precisamente esta práctica provocó la lucha cuando el papa Gregorio VII declaró la primacía de la Iglesia en la elección y consagración de sus propios funcionarios.
El resultado más importante de la controversia fue que cuestionaron todas las relaciones entre Iglesia y Estado. Dentro de la teología, el derecho y la teoría política, el Estado, como entidad secular, fue examinado críticamente, al igual que la Iglesia, no sólo como comunidad de devotos cristianos, sino también como una aristocracia administrativa de obispos al servicio del papa. A finales del siglo XII la Iglesia se convirtió en un gran poder político europeo junto a los distintos Estados seculares emergentes.
Nombre: Boada L. Joel A. C.I:17.930.028 Asignatura:EES
Fuente: microsoft Encarta2009
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